sábado, 16 de julio de 2011

TBC: Enfermedad fructífera en la pobreza

En las cercanías de Paiján se halla Miraflores, un centro poblado que tiene serias carencias de servicios (electricidad y desagüe, fundamentalmente), no hay asfaltado en sus calles, el servicio de limpieza pública es bastante ocasional, y la presencia policial del Estado es en la práctica nula, lo que atrae a los drogadictos y a delincuentes para que cometan robos en la zona.

Éste contexto donde hay carencias materiales bastante fuertes en un centro urbano relativamente bien poblado como Paiján, son caldo de cultivo ideal para el desarrollo del bacilo de Koch, causante de la tuberculosis en sus tres modalidades (sensible y requiere un tratamiento médico de seis meses, multidrogo resistente con un tratamiento que dura dos años, y extremadamente resistente con un bacilo de Koch tan poderosamente desarrollado que las posibilidades de recuperación resultan casi nulas).

“Inicialmente los pacientes no quieren aceptarlo.”, explica Wilder Cotrina de la Asociación Civil Pro Salud Vida al dar a conocer lo que es la reacción inicial de quienes saben que tienen ésta enfermedad. Él puede hablar por experiencia propia, al haber sufrido en el 2009 de tuberculosis multidrogo resistente y haber sido lo suficientemente fuerte para soportar aquello. “En algunos casos llegan hasta los 33 kilos de peso pero mediante charlas para convencerlos en forma personal acaban aceptándolo.”, dice.

Pero lo cierto es que algo así cuesta aceptarlo y es un proceso que toma tiempo por los prejuicios que tiene uno mismo sobre el “qué dirán” y el hecho de que un tratamiento así representa un costo económico. “Si, me desesperé al igual que toda mi familia. Pensaba en mi hija de dos años en ésa época.”, recordó.

“Tanto mi esposa como yo teníamos ésta enfermedad y no lo quería creer. Sentía una fuerte impotencia por lo que estaba sucediendo.”, narró Cotrina. Es simple suponer que en un caso como este, después de la desesperación del primer momento, llegan la ira y la negación. “Sin embargo, nada ganaba con quedarme así de modo que acepté que tenía la tuberculosis y empecé con el tratamiento.”

Al notar las reacciones iniciales anteriores a la aceptación de aquella enfermedad la pregunta fue inevitable: “¿Éstas reacciones no son similares a las de un duelo?”. La respuesta fue afirmativa: “Sí, lo sentí como un duelo.”

Luego al inquirir sobre el tratamiento médico, Un tratamiento médico que según las palabras del mismo Wilder Cotrina duró 24 meses e implicó el consumo de catorce pastillas diarias (diez en la mañana y cuatro en la noche) junto con una inyección diaria durante un periodo de un año. “He luchado bastante por dos años con el apoyo de IDIPS.”, mencionó Cotrina quien ahora está ayudando a otros que sufren ésta enfermedad.

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