jueves, 26 de marzo de 2009

Metida de pataza

¿Han visto alguna vez “La pantera rosa”, o la serie de películas de “¿Y dónde está el policía… .” (conocidas en Argentina como “La pistola desnuda”)? Si es así (y no dudo que lo sea para muchos de ustedes), debieron reírse a morir por las torpezas que hacía el detective Jacques Clouseau o el teniente Frank Drebin. Metidas de pata fenomenales que incluían quedar fotografiado en un periódico sobre las piernas abiertas de la reina de Inglaterra con el pastel, las copas de champagne y los bocaditos desparramados en el suelo (en el caso de Drebin), o creyendo que había un intruso en una habitación acabar golpeando al Ministro del Interior francés (en el caso de Clouseau).


Todos los que no sean peruanos han de haberse reído a morir de otro exabrupto presidencial en el que Alan García básicamente dijo que el presidente podía impedir que llegara alguien que no fuera de su agrado al poder en las elecciones presidenciales. Y otra vez se puso el grito en el cielo, y toda la oposición exigió explicaciones, y otra vez Alan intentó barajarla mencionando que se pretendía derrotar al “modelo antisistema”, y otra vez evidentemente Alan fracasó porque nadie con dos dedos de frente, materia gris y sentido común le creería un comino porque dejó entrever sus intenciones.

Sin embargo, es bueno tomarle la nota a lo que Alan dijo. Esto es algo que revela su forma de pensar y en el fondo muestra una verdad que todavía persiste en la democracia que tenemos nosotros los peruanos. Y es que quizá la democracia no necesariamente depende de la voluntad popular en el Perú. ¿Qué? ¿Cómo? Es algo relativamente sencillo de explicar.


Meditémoslo por un segundo. La primera elección de un votante es decidir si quiere o no votar. Acá ésa elección es negada por voto obligatorio con pena de multa, cuando en muchas otras partes se impone el voto facultativo. Traducción: votas o pagas en un país donde muchos sobreviven, no viven. Otro factor es la demagogia de los políticos. Van a donde están los desposeídos, les ofrecen el oro y el moro, les dan sus cinco kilos de arroz a cambio de olvidarse de ellos por cinco años. Un tercer factor son los medios de comunicación. Todos toman partido, aceptan plata de propaganda política, difaman y participan en campañas de lanzamiento de barro con ventilador contra tal o cual candidato. Un cuarto factor, son los lobbies. Los mismos que manejan los grandes capitales, que siempre querrán que se mantenga el mismo sistema porque creen que es la única forma segura de ganar dinero (que no es así) y por eso es que ahora le tienen temor a un “candidato antisistema”. Perdón pero, ¿si la mayoría del pueblo se harta de éste modelo económico no tenemos el derecho de decir “hasta acá nomás” y cambiarlo? No, responderían éstos oligarcas, porque nosotros manejamos la vida económica de todos ustedes y más que convencerlos debe convencernos, y no nos interesa eso si ganamos plata de lo lindo.


Claro, el voto es un factor importante, sin duda. El apoyo de la gente siempre permite hacer algunas cosas. Pero a la hora de la verdad, es cuestión de negociar con oligarcas, ganarte a los medios (igualmente manejados por oligarcas), recurrir a la demagogia (para lo cual se requiere la plata de los oligarcas que financien la campaña), y forzar a todos los peruanos a que caigamos en el mismo juego (simplemente se evita el debate del voto facultativo, y listo). Allí van cuatro factores. Pero no podemos olvidar que “no hay quinto malo”.




El quinto factor es cuando un gobierno decide copar con adictos suyos todos los puestos del Estado, incluido por qué no, el aparato electoral con fines de fraude. Fujimori lo hizo de forma descarada con tal de impedir que Toledo suba al poder en el 2000 mediante un fraude cínico. En la época de Alan, cuando Vargas Llosa iba a tomar el poder, todo el aparato estatal fue empleado para apoyar en forma perversa a un desconocido Fujimori. Así que Alan, es una lástima que esto no sea una película y tú no seas un Frank Drebin porque de ésa forma podríamos reírnos todos de tu metida de pata. Lo único bueno es que mostraste tu verdadera forma de ser, la misma que Lora conoce bien.
Hay tanta demagogia, tanto cinismo, tanta falta de corazón de parte de nuestros líderes que casi parecieran ser los villanos de un cómic o de un manga. Sólo que odiosamente no hay un héroe (y hablo de un verdadero héroe, no uno que se disfrace de héroe) que pueda salvarnos. No existe un Superman o un Goku o un Seiya. Porque de haberlo, creo que éste vídeo de YouTube diría perfectamente lo que el pueblo siente, así que los dejo queridos visitantes, con la canción de Smallville, "Save Me" de Remy Zero.





sábado, 21 de marzo de 2009

Crimen en cómic y en realidad


Uno de los iconos por excelencia del cómic estadounidense es Batman, el caballero de la noche que patrulla en Ciudad Gótica, una ciudad infectada por la corrupción y el crimen que campea a sus anchas sin que las buenas personas de dicha ciudad logren ser capaces de enfrentar dichos males y viviendo prácticamente en un estado donde sólo impera la ley del más fuerte.

¿Una ciudad infectada por la corrupción y el crimen que tiene la ley del más fuerte? Lindo tema para un cómic, ¿no? Claro que es mucho más lindo cuando comprobamos que ése cómic fue creado en 1939, es decir, pocos años después de la derogación de la ley seca en Estados Unidos, ley que provocó el surgimiento de mafias poderosísimas como la de Al Capone. Y es todavía más lindo cuando lo comparamos con cualquier ciudad latinoamericana. Inseguridad, caos, terror, corrupción, impunidad, muerte. Es el panorama que tenemos que afrontar día con día, ante un Estado indiferente e ineficaz que parece haberse olvidado de sus hijos.

Claro, nosotros no tenemos mafias al estilo de Al Capone. Lo más cercano a una mafia italiana o ítalo-estadounidense, según éste link de Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Cinco_Familias) es la familia Barahonti o Barahona, que poseía locales de juego, hoteles y constructoras pero que no es reconocida por las Familias de Nueva York.


Pero lo que si tenemos son mafias de narcotraficantes (grandazos y chiquitos, de ambos tipos), de extorsionadores, de secuestradores, de corruptos, etc. Todo una jungla de delincuentes que exceptuando cuestiones de forma, nada tienen que envidiarle al estereotipo de mafioso que conocemos gracias a películas como El Padrino o Scarface.


Exceptuando cuestiones de forma, ésa gente opera más o menos igual. Desarrollan actividades ilícitas (robo, contrabando, tráfico de drogas o de armas, secuestro, asesinatos, extorsión, proxenetismo, etc.) de las cuales obtienen grandes beneficios, y si alguien quiere ir contra ellos, procurarán sobornarlo (dependiendo de la plata que se mueva, porque no es lo mismo una banda de extorsionadores que una banda de narcotraficantes grandazos o una gavilla de corruptos que estén ubicados en posiciones de alto nivel en el Estado) o coaccionarlo de cualquier modo hasta lograr seguir operando tranquilos.

Sólo que a diferencia del cómic, los que vivimos en cualquier ciudad latinoamericana, no tenemos a un protector enmascarado que patrulle por las noches para mitigar éste clima de terror que una sarta de miserables nos ha impuesto. ¿Y la policía? Bien, gracias. ¿Y el sistema judicial? Igual de bien, gracias. ¿Y la seguridad del ciudadano de a pie? Ah, no importa que muera un cholo más, porque total un cholo es un cholo. Pero eso sí, si muere un chico “bien” que su papá o su mamá tengan plata. Allí si, a movilizarnos en una cruzada contra el crimen. Es así como tristemente funcionan las cosas.
Como colofón de ésta entrada, les dejo a ustedes, queridos visitantes, una canción que es parte de la banda sonora de Batman Begins y Batman The Dark Knight, ambas muy buenas películas que reflejan como debe de ser la realidad corrupta de Ciudad Gótica, y en varios aspectos, la realidad dura y cruda que vivimos día a día. Ésta es Molossus de Hans Zimmer y James Newton Howard. Desde ya, un agradecimiento a un colega y amigo, Nando, administrador de Cinetónico por decirle al encargado de éste blog como colocar vídeos de YouTube directamente.


jueves, 5 de marzo de 2009

Legalizar o no legalizar, he allí el dilema

Todos sabemos, queridos visitantes, que las drogas son malas. No es ningún secreto, ni tampoco una gran novedad. Lo saben ustedes, sus familias, sus amigos, sus enemigos, y quizá hasta sus mascotas, así como obviamente lo sabe el autor de estas líneas. Sin embargo, lo dicho hará un mes aproximadamente por el alcalde del distrito limeño de Surquillo, Gustavo Sierra, refleja en el fondo una problemática enorme que es el nivel de efectividad en el combate contra las drogas.

Y vino lo usual, el grito en el cielo de medio mundo, entre ellos la gente de CEDRO y Devida, la Iglesia Católica, la embajada estadounidense, varios alcaldes limeños e incluso el premier Yehude Simon (quien desde que tomó el puesto se ha venido desgastando y si algún sueño presidencial tuvo, bien difícil sería que pase de sueño). Que eso fomentaría el consumo de las drogas, que eso le hace mal a las familias y especialmente a jóvenes y niños, que habría más delincuencia, que tendríamos mucho más libertinaje, entre otros argumentos más que ya suenan como disco rayado, y pueden hacernos recordar la canción de Pimpinela cuando Lucía le canta a Joaquín “palabras, palabras, palabras”.

¿Y los resultados? ¿Y los hechos? ¿Y la realidad que nadie quiere ver pero que nos golpea en la cara con la fuerza de un derechazo de Rocky Balboa? La realidad es que los narcos parecen tener impunidad total en el Perú, o al menos cárcel dorada si es que los meten adentro. Y es el mismo cuadro que se repite en Latinoamérica. Las drogas se venden en escuelas, cerca de templos o de comisarías, la reparten por “delivery”, y no sólo la consumen los drogadictos sucios y malolientes que podemos ver en las calles, sino también gente de clase media y alta, incluso entre gente de la farándula, de la política y entre los grandes empresarios hay adictos a las drogas.

Celebramos cuando meten a un microcomercializador de cocaína o marihuana a la cárcel sólo por repartir algunos “ketes” o “pacos”. Pero, pobre del que se meta con los grandazos. Ésos que pueden ser capaces de sacar drogas por barcos mercantes, o incluso a través del avión presidencial en época de Fujimori. Pobre del que se meta con los cárteles mexicanos o colombianos, o con narcos de alto nivel como el “Lunarejo” Zevallos. Allí aparecen los asesinatos en restaurantes o al frente de juzgados o prisiones con total impunidad, las desapariciones de testigos claves, las amenazas de muerte (o muertes) a fiscales, jueces, periodistas y policías.

¿Cómo ganarle a gente que a través de un negocio que genera miles de millones de dólares a nivel mundial y que luego es blanqueado mediante diversos bancos o empresas es capaz de corromper a mandos medios y altos de cualquier país latinoamericano? ¿Quemando los sembríos de drogas? No importa, siempre habrá terrenos disponibles para ello y entre tanto se habrá destruido una gran biodiversidad. ¿Acusando a los cocaleros de estar coludidos con los narcos? Ésa es una mentira gigantesca y digna de ignorantes, considerando que la coca es un legado cultural del Perú precolombino; el que haya sido procesada para convertirla en cocaína es otra historia muy distinta.

En todo caso, si hay que declararle la guerra a las drogas por qué no mejor pensar en meter presos también a los que consumen las drogas y son quienes buscan la droga como fuera, en primer lugar. Pero claro, ahí chocaríamos con el hecho de que por allí habrá algún político, empresario o alto mando de cualquier área que o consume drogas, o tiene a algún familiar que consume drogas. Y ya que estamos en ésas de irnos a una guerra total con las drogas, ¿por qué no declarar la guerra a los productores y consumidores de bebidas alcohólicas y cigarrillos de cualquier clase? ¿O van a negarme que la nicotina no causa una seria adicción y provoca males al sistema respiratorio? ¿O negarán que el alcohol en exceso vuelve violenta a la gente en algunos casos (provocando crímenes que aparecen en los medios) y genera una linda adicción llamada alcoholismo?

Y ya que estamos en esto de la lucha contra las drogas, hay que llevarlo al nivel más firme y duro en todo sentido. ¿Por qué no meter presos a los que producen y consumen gaseosas, café y té? Porque, sorpresa sorpresa, éstos productos contienen drogas (mucho más leves, pero drogas al fin y al cabo, y como debemos empeñarnos en una política antidrogas dura hay que darles con todo y desatar un macartismo como nunca antes en el mundo) como la cafeína y la teína.

No, señores. La realidad es que a pesar de que nos arda en el alma, el consumo de las drogas es algo que no podremos evitar porque en última instancia, al margen de lo que la familia, los medios de comunicación, la sociedad, las instituciones y demás digan; es uno mismo quien decide si quiere joder su cuerpo y su mente metiéndose aquella porquería o no. Y al hacer la venta de drogas ilegal, provocan que haya miserables que corrompan al país de donde es uno de pies a cabeza y que ellos ganen dinero a raudales.

Legalizarla simplemente quitará el piso a ésos miserables y a sus cómplices de las más altas esferas de poder, y por lo menos permitirá una mayor libertad de decisión. ¿Quiero joder o no mi cuerpo y mi mente sólo por seguirle la corriente a un grupo de babosos? ¿Quiero joder o no mi cuerpo y mi mente sólo por estar a la moda ya que el resto consume ésta mierda llamada droga? ¿Quiero joder o no mi cuerpo sólo para experimentar? Al final del día, es uno quien decide. Siendo así, mejor dejémonos de hipocresías y tomemos el control de éste asunto porque sin hacer nada, seguiremos en la misma mierda.

Para finalizar éste asunto de las drogas con un toque de humor, y de paso, relajarnos un poco, queridos visitantes, les dejo algo que el comediante estadounidense Bill Hicks dice justamente sobre las drogas. http://www.youtube.com/watch?v=aFsz3-KKXG4&feature=PlayList&p=AD60DCB8AD095B67&index=1