Todos siempre hemos tenido siquiera una vez un vecino que haya sido problemático de una u otra forma. Sea porque quieren ocupar un poco más de espacio de acera para estacionar su auto, porque le deben plata a uno, porque pueden ser demasiado escandalosos en las noches, o lo que fuera. Pero siempre existe un vecino con el que haya desacuerdos, y que en secreto uno le mande “saludos” a la mamá o a la abuelita de ése vecino. Ahora, si de pronto vemos que hay una bronca con ése vecino por lo que fuera (plata, tierra, consumo de algún servicio, lo que sea) y éste vecino mete a un tercero a la discusión, entonces hay un problema.
Justamente eso es lo que tenemos ahorita (bueno, lo hemos tenido desde hace más de cien años) con Chile, que es el vecino con el que tenemos problema de límites marítimos, y con Bolivia, que en éste caso es el tercero que se metió al lío debido a las maniobras políticas chilenas. Desde ya, el autor de estas líneas no pretende ofender a ninguno de los tres pueblos (peruano, boliviano y chileno), aunque eso no significa que no deje de decir aquello que veo como verdad.
Todo éste pleito empezó en la guerra del Pacífico de hace más de cien años. Si, una guerra de hace más de cien años que para muchas otras gentes debería ser algo ya superado, es la causa de todo esto. La historia de ésa guerra todos la sabemos de sobra. Chile había preparado una gran fuerza militar y naval, y como nación estaban liderados por gente que velaba por sus intereses. Bolivia en cambio era un país inestable, sin flota y un ejército menor en poder al peruano, incapaz de explotar el guano y salitre de Atacama, y que al primer golpe de Estado, se desentiende de nosotros. Perú, estaba gobernado por Mariano Ignacio Prado, traidor que huyó en plena guerra, con un ejército sin preparación ni armas adecuadas, y con una flota que a pesar de tener oficiales formidables como Grau, no tenía siquiera un blindado a la par del Cochrane o del Blanco Encalada (el Independencia era una fragata, el Huáscar un monitor, ambos con menor blindaje y poder de fuego que los dos acorazados chilenos antes mencionados).
Las consecuencias son obvias. Bolivia se retiró de la guerra y perdió su acceso al mar, cuando debió quedarse y pelear como fuera. Perú quedó con sus haciendas destruidas, sus ciudades saqueadas, y perdiendo Tarapacá, Arica y Tacna. Chile debió hacer enormes esfuerzos para chilenizar sus conquistas del norte, que al final apenas le duró la prosperidad hasta la I Guerra Mundial al descubrirse el salitre sintético, pero conservando la primacía del Pacífico sudamericano. Ahora el panorama pareciera ser el mismo, sólo que sin intenciones belicistas tan fuertes como las anteriores, aunque siempre están los radicales que esbozan ésa posibilidad.
Vemos un Chile que disfruta en su biblioteca de los libros robados al Perú, que alberga sectores que discriminan a los ciudadanos peruanos en una obvia demostración de racismo, que se roba descaradamente varias cosas que nos pertenecen (el pisco, el suspiro a la limeña, el cebiche), que tiene una industria fuerte que busca avasallar al Perú, con la complicidad de la élite peruana por supuesto; así como un poder militar que lo sitúa como una de las grandes fuerzas de Sudamérica, y una diplomacia astuta que sabe jugar sus cartas en éste lío marítimo, en el cual buscan ejecutar todas las jugadas. Eso genera resentimiento peruano, y hasta cierto punto un deseo revanchista en algunos sectores que persiste hasta hoy. Como dato extra, eso da pie a observar el por qué de tanto gasto de defensa en Chile: primero, para evitar una eventual revancha peruana; segundo, para enriquecer a militares corruptos (prueba simple: los submarinos Scorpene que compraron son chatarra que se hunde fácil); tercero, como factor de intimidación, no agresión (si quisieran guerra con nosotros, lo mejor sería atacarnos ahora inventándose cualquier excusa y no darnos chance de rearmarnos).
En éste lío marítimo, se habla básicamente de miles de kilómetros cuadrados de mar, lo cual equivale a bastantes recursos para la industria pesquera. Como ya ha habido antecedentes en La Haya por el cual, la bisectriz (línea intermedia) es el común denominador de las sentencias y Chile no quiere eso, hace hasta lo imposible por tratar de zafarse de aquél dictamen, teniendo conversaciones secretas con Bolivia y ofreciéndole al parecer un corredor de diez kilómetros que incluiría Arica, y logrando de paso que a cambio de ello, Bolivia le diga al Perú que éste lío marítimo bloquea sus aspiraciones de salida al mar.
Sólo que al apoyar a Chile, es fácil suponer lo que pasará. Perú en revancha va a decir que no a cualquier salida boliviana por Arica o Tarapacá debido al apoyo que Bolivia le preste a Chile ahora (y puede oponerse por el hecho de que el tratado de 1929 dice que ésos territorios en cualquier caso de cederlos a una tercera potencia, debe hacerse la consulta con el Perú), Chile quedará como el niño bueno que quiso devolverle el mar a Bolivia, Perú como el malvado que le dijo que no, y Bolivia seguirá sin mar eventualmente (a menos que la presión internacional hacia Perú o Chile, sea tan fuerte que no quede de otra). En síntesis: hipocresía pura de parte de Chile.
¿No fue acaso Chile quien empezó la guerra hace más de cien años y provocó el lío que tenemos hasta ahorita en primer lugar? ¿No fue acaso Bolivia quien dejó de luchar, dejó al Perú sólo y permitió que esto pase? ¿No fue acaso el Perú incapaz de prepararse como era preciso pero una sarta de traidores y vendepatrias nos metieron la estocada en la espalda tal como lo hacen ahora? ¿No es acaso justo que el Perú resuelva ése problema marítimo con Chile para que Bolivia herede una salida al mar sin problemas limítrofes con nosotros? ¿No es justo que por una vez Chile reconozca simplemente que causó el problema y que debe pagar los platos rotos en vez de evadir su responsabilidad?
Justamente eso es lo que tenemos ahorita (bueno, lo hemos tenido desde hace más de cien años) con Chile, que es el vecino con el que tenemos problema de límites marítimos, y con Bolivia, que en éste caso es el tercero que se metió al lío debido a las maniobras políticas chilenas. Desde ya, el autor de estas líneas no pretende ofender a ninguno de los tres pueblos (peruano, boliviano y chileno), aunque eso no significa que no deje de decir aquello que veo como verdad.
Todo éste pleito empezó en la guerra del Pacífico de hace más de cien años. Si, una guerra de hace más de cien años que para muchas otras gentes debería ser algo ya superado, es la causa de todo esto. La historia de ésa guerra todos la sabemos de sobra. Chile había preparado una gran fuerza militar y naval, y como nación estaban liderados por gente que velaba por sus intereses. Bolivia en cambio era un país inestable, sin flota y un ejército menor en poder al peruano, incapaz de explotar el guano y salitre de Atacama, y que al primer golpe de Estado, se desentiende de nosotros. Perú, estaba gobernado por Mariano Ignacio Prado, traidor que huyó en plena guerra, con un ejército sin preparación ni armas adecuadas, y con una flota que a pesar de tener oficiales formidables como Grau, no tenía siquiera un blindado a la par del Cochrane o del Blanco Encalada (el Independencia era una fragata, el Huáscar un monitor, ambos con menor blindaje y poder de fuego que los dos acorazados chilenos antes mencionados).
Las consecuencias son obvias. Bolivia se retiró de la guerra y perdió su acceso al mar, cuando debió quedarse y pelear como fuera. Perú quedó con sus haciendas destruidas, sus ciudades saqueadas, y perdiendo Tarapacá, Arica y Tacna. Chile debió hacer enormes esfuerzos para chilenizar sus conquistas del norte, que al final apenas le duró la prosperidad hasta la I Guerra Mundial al descubrirse el salitre sintético, pero conservando la primacía del Pacífico sudamericano. Ahora el panorama pareciera ser el mismo, sólo que sin intenciones belicistas tan fuertes como las anteriores, aunque siempre están los radicales que esbozan ésa posibilidad.
Vemos un Chile que disfruta en su biblioteca de los libros robados al Perú, que alberga sectores que discriminan a los ciudadanos peruanos en una obvia demostración de racismo, que se roba descaradamente varias cosas que nos pertenecen (el pisco, el suspiro a la limeña, el cebiche), que tiene una industria fuerte que busca avasallar al Perú, con la complicidad de la élite peruana por supuesto; así como un poder militar que lo sitúa como una de las grandes fuerzas de Sudamérica, y una diplomacia astuta que sabe jugar sus cartas en éste lío marítimo, en el cual buscan ejecutar todas las jugadas. Eso genera resentimiento peruano, y hasta cierto punto un deseo revanchista en algunos sectores que persiste hasta hoy. Como dato extra, eso da pie a observar el por qué de tanto gasto de defensa en Chile: primero, para evitar una eventual revancha peruana; segundo, para enriquecer a militares corruptos (prueba simple: los submarinos Scorpene que compraron son chatarra que se hunde fácil); tercero, como factor de intimidación, no agresión (si quisieran guerra con nosotros, lo mejor sería atacarnos ahora inventándose cualquier excusa y no darnos chance de rearmarnos).
En éste lío marítimo, se habla básicamente de miles de kilómetros cuadrados de mar, lo cual equivale a bastantes recursos para la industria pesquera. Como ya ha habido antecedentes en La Haya por el cual, la bisectriz (línea intermedia) es el común denominador de las sentencias y Chile no quiere eso, hace hasta lo imposible por tratar de zafarse de aquél dictamen, teniendo conversaciones secretas con Bolivia y ofreciéndole al parecer un corredor de diez kilómetros que incluiría Arica, y logrando de paso que a cambio de ello, Bolivia le diga al Perú que éste lío marítimo bloquea sus aspiraciones de salida al mar.
Sólo que al apoyar a Chile, es fácil suponer lo que pasará. Perú en revancha va a decir que no a cualquier salida boliviana por Arica o Tarapacá debido al apoyo que Bolivia le preste a Chile ahora (y puede oponerse por el hecho de que el tratado de 1929 dice que ésos territorios en cualquier caso de cederlos a una tercera potencia, debe hacerse la consulta con el Perú), Chile quedará como el niño bueno que quiso devolverle el mar a Bolivia, Perú como el malvado que le dijo que no, y Bolivia seguirá sin mar eventualmente (a menos que la presión internacional hacia Perú o Chile, sea tan fuerte que no quede de otra). En síntesis: hipocresía pura de parte de Chile.
¿No fue acaso Chile quien empezó la guerra hace más de cien años y provocó el lío que tenemos hasta ahorita en primer lugar? ¿No fue acaso Bolivia quien dejó de luchar, dejó al Perú sólo y permitió que esto pase? ¿No fue acaso el Perú incapaz de prepararse como era preciso pero una sarta de traidores y vendepatrias nos metieron la estocada en la espalda tal como lo hacen ahora? ¿No es acaso justo que el Perú resuelva ése problema marítimo con Chile para que Bolivia herede una salida al mar sin problemas limítrofes con nosotros? ¿No es justo que por una vez Chile reconozca simplemente que causó el problema y que debe pagar los platos rotos en vez de evadir su responsabilidad?
Como colofón de ésta entrada, les dejo un vídeo bastante ilustrativo sobre el poderío militar actual de Perú y Chile, al menos en los tanques. T-55 peruanos contra Leopard 2 chilenos.
Creo que estas viendo las cosas de una manera muy subjetiva y con el mismo resentimiento que se tienen esos paises. En Chile ni toman en cuenta ese asunto y solo fue una guerra de hace mas de 100 años. Creo que como esta el mundo actualmente deberian dejar de pelearse por un pedazo de tierra.
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