Muchas veces vemos en diarios, revistas o televisoras avisos en los que aparece ésa figura carismática y simpática del Papá Noel anglosajón que salió de la publicidad de Coca-cola (o Santa Claus, o el Viejo Pascuero, o como sea que se llame en diversas partes del mundo) y que está alejado del verdadero San Nicolás de Bari (o de Mira) que repartió sus bienes a los desposeídos.
Y en estas publicidades, ¡oh sorpresa!, el bueno del Papá Noel blanco, gordo y barbón es muchas veces quien ofrece diversos productos para nosotros, los consumidores, vendiéndonos la idea de que si compramos o consumimos éstos productos, tendremos una “feliz Navidad”.

Sólo les pido, queridos visitantes de éste blog pequeñito que reflexionen por un segundo y observen lo que ustedes tienen. Si la respuesta es “tengo mis facultades mentales y mi cuerpo está bien, tengo una familia que me quiere, y tengo al menos un techo donde cobijarme, una cama cómoda, tres comidas al día, algo de ropa; pero quisiera tener más”; yo les digo “miren hacia aquellos que tienen menos que ustedes”.
Para ser más claro les diré de la ciudad de Tayabamba la cual se ubica en una de las zonas más alejadas de la región La Libertad (son como dieciocho horas de viaje en una carretera que puede ser calificada fácilmente como “bazofia” por lo horrible que es hasta alcanzar la provincia de Pataz). Para los que no sepan dónde está la región La Libertad, es bien fácil, está en la zona norte del Perú. Para los que no sepan dónde está el Perú, ubiquen en su mapamundi, en sus atlas, enciclopedias, o aunque fuera con Google Earth la zona de Sudamérica. Y si hubiera entre ustedes quien no supiera dónde rayos queda Sudamérica (cosa que ya sería demasiado rara, pero que la verdad, he visto cosas tan raras que ya ésa posibilidad debo considerarla), créanme que un curso de geografía les hará bien.
Confieso desde ya, que no he ido a Tayabamba, pero mi madre (a quien adoro como nadie) sí, y sé de primera mano lo que es ésa realidad. Sólo imaginen esto por un instante en sus cabezas, un lugar que está alejado en gran medida del mundo moderno, que tiene en la capital de provincia un cierto nivel de servicios básicos sólo por el hecho de ser capital de provincia y un paisaje hermoso, pero hasta allí.
¿Linda imagen, no? Un pueblo rural e ideal para relajarse. Bueno, ahora es tiempo de completar el cuadro. Imaginen que en las zonas colindantes de ése pueblo, los niños deben caminar por varias horas desde diversos lugares (a ésos donde muchas veces no llega la electricidad, ni el agua potable, ni el alcantarillado) para llegar hasta la escuela local, duermen en el frío y duro piso abrigados con pieles de borregos, y son víctimas de la pobreza, de una educación deficiente, de la enorme dificultad para aspirar a algo mayor, y de un machismo que provoca en gran medida violencia familiar en aquella zona (esto en varios casos, no en todos) a la que son expuestos cuando ésos niños ven cuando su papá (todo un “machazo”, sin duda) golpea a su mamá.

Muchos no tendrán la blanca Navidad que los que tenemos acceso a Internet, a servicios básicos, a comida, a ropa, pero especialmente a una familia amorosa que pese a sus defectos y los nuestros, queridos visitantes, siempre estarán allí. Así que piénsenlo, más que quejarse por problemas y pérdidas que siempre vendrán debemos agradecer por todo lo que tenemos. Paz a todos ustedes.
¡Feliz Navidad!